Octubre ya está aquí... Paso la hoja del calendario, pero en mi cabeza sigue estando Septiembre presente. Y con él, una ciudad, San Sebastián y un certamen, su Festival de Cine...,
Fue una semana, del 16 al 24, intensa, llena de movimiento, de historias dentro y fuera de la Gran Pantalla, de llegadas y despedidas, de Galas y Premios, de presentaciones, de ruedas de prensa, entrevistas y encuentros, de cámaras y flashes, de vestidos de largo y de corto, de sabores y colores, de lluvia y de sol, de bañadores y chubasqueros, de distracción y emoción, de sonrisas, risas, lágrimas y contención...
Eso es San Sebastián en su semana de cine, en su gran fiesta del cine...,
Comenzaba el viernes, con la Gala de Inauguración. Se nos anunciaba una semana repleta de contenidos, películas, secciones, para que todo aquél que quisiera acercarse al Festival, encontrase su hueco, su historia, su cine...,
De la Ceremonia, me quedo con varios momentos:
La presencia del desaparecido Josetxo Moreno de Golem...,
La entrega del premio Fipresci a «Toni Erdmann», de Maren Ade...,
Y la presentación del ciclo dedicado a Jacques Becker...,
Al finalizar la Gala, que por cierto no estuvo exenta de interrupciones y reivindicaciones, comenzaba su puesta de largo, la Sección Oficial. Y lo hacía con un película, que si bien a priori, no entraba en los estereotipos de la inauguración de un Festival como el que nos atañe, no por eso dejó de despertar mi curiosidad, que iba acrecentándose a medida que el largometraje avanzaba:
Su nombre, «La fille de Brest»,
Su directora, la también actriz, Emmanuelle Bercot,
Su protagonista, Sidse Babett Knudsen,
Su historia, la de la doctora Irène Frachon, presente en el Festival, que se comportó como una verdadera heroína en Francia, al enfrentarse a un Goliat, representado por la industria farmacéutica, amparada por una férrea Administración.
A modo de verdadera autopsia, que en una ocasión se nos muestra en toda su crudeza, la directora va desgranando toda una investigación fechada y documentada, de lo que fue la verdad de una mentira, de un producto todopoderoso, el Mediator, que prometía a las personas con problemas de peso, contrarrestar su apetito, y que gracias a la labor de esta doctora del pequeño hospital que da nombre a la película, fue retirado de su comercialización, para abrir paso a una batalla judicial de indemnizaciones a las víctimas de esos 150 miligramos con el que también se conoce el film.
Realidad que supera la ficción.
Gran Historia.
Gracias por la película.
Y gracias, Irène, por tu Valentía...(repito en mi memoria, ya entre las paredes del Museo San Telmo, que puso la guinda a este gran comienzo...).
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