martes, 21 de noviembre de 2023

UN AMOR DE ISABEL COIXET. 71 SSIFF.

  Inauguro mis crónicas de lo que fue el Festival de Cine de San Sebastián en su 71 Edición, con "Un Amor" de Isabel Coixet, que competía en su Sección Oficial. Un film que había despertado una gran expectación,  pues el cine de Coixet, es muy especial,  tanto en el fondo como en sus formas,  con historias que suelen calar profundo, como es el caso.

"Un Amor", supone la adaptación  de la obra literaria del mismo nombre, de Sara Mesa, rodada en un formato 4:3 que reduce la pantalla a un cuadrado que contribuye a crear una atmósfera claustrofóbica, acorde con la situación personal y circunstancial de su protagonista,  Nat,  personaje al que da vida, una espléndida Laia Costa

La película comienza  con una joven que llega a un pequeño pueblo perdido de la España profunda,  buscando una especie de cambio en su vida, arrastrando una cadena de experiencias vitales al límite ( lo que intuimos, por pequeños flashes de su anterior trabajo como traductora en el área de la inmigración),  y que, de alguna manera, la  dejaron "tocada" a nivel emocional...;

Una vez instalada en su nuevo refugio, una casa lúgubre y desangelada, en la que ya presenciamos uno de tantos encuentros o visitas de su casero (el actor Luis Bermejo) la hostilidad y el desasosiego, comienzan a sucederse, sin solución de continuidad.

Asistimos con el corazón en un puño y la respiración entrecortada, al encuentro de Nat, con unos personajes, (vecinos y casero incluido), a cual más siniestro y desagradable (salva alguna excepción) que van mermando la moral de la joven, y desembocando en una espiral de situaciones, diálogos, y sensaciones, vejatorias y humillantes, que no hacen sino acentuar la frialdad de un reducido grupo de personas, que parecen vivir al margen de todo parámetro temporo-espacial, y nutrirse de un código de discutible ética,  que fagocita a todo aquél extraño o ajeno a sus propias normas. Y así nos encontramos con el personaje de Hovic Keuchkerian, el "Alemán", cuyo papel le valió la Concha de Plata a la Mejor Interpretación de Reparto, que en un principio, parece revestirse de una rudeza y franqueza despojadas de cualquier ápice de lo que se considera socialmente aceptable, pero termina virando,  en un ser de compleja psique, cuyos tentáculos parecen contar con el beneplácito de la extraña "secta" vecinal, frente al desconcierto de su protagonista...;

 En definitiva,  una vuelta de tuerca al clásico de La Bella y la Bestia, que deviene en pesadilla para Nat, en su periplo rural, y donde dejan su particular contribución a "la causa", los personajes interpretados por Hugo Silva, o la horripilante estampa de felicidad forzada o forzosa,  de la familia de Ingrid Asensio...;

 Técnicamente,  es de destacar, la sobriedad de su puesta en escena, la tonalidad casi monocromática de su fotografía, que contribuyen a resaltar la frialdad que se respira en el ambiente; Su musicalidad silente en contraste a los silencios que más hablan del alma; La importancia del encuadre y de lo que se vislumbra fuera de cámara...; Los escenarios, donde el paisaje, se erige como un personaje más  y la casa, que se cae a pedazos, como metáfora de la propia experiencia vital de su protagonista...Sin olvidar el nombre del pueblo, "La Escapa", que ya invita a la reflexión...

 Y la ironía de que, lo verdaderamente humano y el amor más puro e incondicional, se encuentren en un animal, un perro llamado "Sieso"...;

 Sin olvidar ese baile final, a modo de catarsis, al son del "Es wird weider gut" de Max Raabe, que pasará como una de las grandes escenas de nuestro cine: Un cine con Mayúsculas. 

                

   

          








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