lunes, 16 de enero de 2023

LIVING. 70 SSIFF.

Estrenada recientemente,  Living fue presentada en el pasado Festival de Cine de San Sebastián,  en su Sección Perlak, con la asistencia de su director,  Oliver Hermanus, su guionista, el premio nobel Kazuo Ishiguro y el productor Stephen Woolley.

Para los que no conocíamos la versión anterior, firmada por el maestro Akira Kurosawa,  "Ikiru", allá en el año 1952, la película sorprende y mucho, además de suscitar la curiosidad de visionar a su predecesora.

El filme es un alegato a favor de lo que reivindica su propio título y lleva a la reflexión de lo que el verbo vivir entraña y también de lo que supone estar literalmente "muerto en vida"....

Ambientada en el Londres de la posguerra,  nos muestra a su principal protagonista,  un espléndido  Bill Nighy, en el papel un clásico funcionario inglés de la época,  al servicio de una férrea Burocracia con mayúsculas, que ahoga su existencia, sin tener conciencia de ello, y aparta con total diplomacia y exquisita educación, las inquietudes de aquellos que vuelcan sus expectativas y esperanzas en una laberíntica administración, con un gesto (dar carpetazo) que su protagonista y los que le rodean, repiten acompañado de un "aquí no hará daño" para continuar con su rutinaria labor de acumular papeles para cubrir su expediente..

Todo ello da un giro de 180 grados, cuando recibe un diagnóstico esperado de "lo inesperado" y a partir de ahí se produce un resucitar de sus propias cenizas en paralelo al resurgir de la misma ciudad, de la destrucción sufrida por la reciente guerra.

Las ganas de "vivir" cuando se cobra conciencia de la fragilidad y futilidad de la existencia y de "servir" al prójimo, se apodera del metraje y atrapa al espectador, con un relato lleno de poesía,  tanto en el fondo como en las formas, que se acompaña de una banda sonora que realza la emoción de lo que se cuenta, y que ciñe su atención en lo sencillo, en la belleza de lo cotidiano que no rutinario, en la conversación sin pretensión,  en la devoción ingenua  hacia lo más simple y en una contención en la interpretación  que no hace sino aflorar, al más genuino estilo Frank Capra, la bondad de los sentimientos de su protagonista y de los que terminan empatizando con el mismo.

En Definitiva,  Poesía en estado puro.

                     


          

             







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