domingo, 19 de diciembre de 2021

MAIXABEL.69 SSIFF.

 Partiendo de un material calificado,  por el propio equipo de la película,  como de "extremadamente sensible ", el último trabajo de la directora y también guionista (juntamente con Isa Campo) Icíar Bollaín, nos acerca a la historia de Maixabel Lasa, viuda de Juan María  Jáuregui, y que da título  al filme, y los encuentros que mantuvo en el penal de Nanclares  de la Oca, con uno de los  ejecutores de su marido,  papel que interpreta Luis Tosar. Blanca Portillo en la piel de Maixabel, declaró en la rueda de prensa celebrada, que había sido uno de los personajes con mayor carga emocional que recuerda, y con un peso para ella, más que profesional, personal. Por su parte, Luis Tosar,  confesó que era el personaje más complejo al que se había tenido que enfrentar, lo cual nos hace tener una idea, visto el amplio registro del actor, de la tremenda envergadura de su actuación. 

El filme nos aproxima a un encuentro muy difícil de encarar, pero que se hizo posible, lo cual, en los tiempos que corren de polarización, división y confrontación, la convierte en "algo más" que una película, por ser una historia que había que contar y ser contada, para hacernos reflexionar sobre lo que plantea y extraer las correspondientes consecuencias.

  Un filme, al fin  y al cabo, sobre el dolor y la emoción,  sobre el acercamiento y la expiación...; sobre "la voluntad de" y su realización...y en definitiva,  sobre las segundas oportunidades y el derribo de esos muros, que impiden mostrar, en muchas ocasiones,  aquellas acciones que ennoblecen al ser humano.

Pd: Confieso que hay muy pocas ocasiones en las que haya experimentado estar en el  momento justo y en el lugar adecuado, pero así me sucedió en la proyección del filme por la  noche en el Kursaal. A medida que la Sala se iba llenando, la atmósfera se cargaba de emoción y muchísima expectación (el contexto, sin duda, marcaba su propia comparsa) lo que me hizo sentir parte de una ceremonia que iba más alla de su visionado. Cuando se apagaron las luces y comenzo el metraje, cada plano, cada paisaje, cada diálogo se recibía con una intensidad tal, que convertía el estar sentado en la butaca,  en una experiencia inmersiva, donde el gesto y la palabra se magnificaban...Y el Colofón habría de venir, al final de los títulos de crédito, donde el silencio dió paso a una ovación apabullante y catártica, una forma de liberar la carga emocional acumulada y un solemne reconocimiento a la película,  a sus soberbios actores, a la labor de dirección y guión y sobretodo,  a la propia historia y a ella, a Maixabel. No fue un aplauso...Fue El Aplauso...e hizo historia. Y yo...estuve allí. 

              

              


            





                  



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